En un mundo tan cambiante y dinámico como en el que vivimos, los modelos de liderazgo han tenido que transformarse y adaptarse a nuevas líneas de pensamiento, más conscientes, humanas, flexibles, humildes, con gran apertura, que impulsen el desarrollo de un pensamiento crítico y a la vez constructivo que permita poner en práctica sus conocimientos y experiencias para la participación en la toma de decisiones, por parte de quien ejerce el liderazgo, así como de sus colaboradores.
El autoconocimiento del o la líder es un elemento que contribuye a lograr mejores resultados a partir de la identificación de las habilidades y áreas de oportunidad de éste o ésta y de su equipo. Y es que el liderazgo implica un ejercicio que exige análisis y reflexión para identificar qué teclas tocar para alcanzar determinados resultados. Todos en algún momento de nuestra vida profesional hemos experimentado diferentes arquetipos de liderazgo.
Mantener al equipo enfocado y motivado no es tarea fácil, requiere de una serie de habilidades y talentos a desarrollar, mismos que se van afinando todos días a partir de la experiencia y la preparación de quienes se ubican en posiciones de alta responsabilidad.
Ante el escenario actual, con equipos de trabajo más preparados, capaces y con una mayor consciencia y menos dispuestos a tolerar a un jefe o jefa que no les respeta y no confía en sus capacidades, es inminente la necesidad de invertir en el desarrollo de nuevas habilidades para quienes ejercen el liderazgo, tales como la inteligencia emocional y la capacidad de comunicación para saber escuchar y gestionar un intercambio de ideas saludable con su equipo.
Hoy en día la concepción del líder se vincula con una figura más humanizada y auténtica, dotada de virtudes y defectos, capaz de mostrar su vulnerabilidad, de cometer errores para después enmendarlos y crecer a partir de éstos, y que se distingue porque ante los momentos de mayor dificultad posee la inteligencia y capacidad para guiar e inspirar a su equipo, con pasión y entusiasmo, anteponiendo el interés colectivo al individual, e impulsando sus talentos para dirigirlos a un sitio más privilegiado.
Asimismo, para lograr cercanía y entendimiento con las y los colaboradores de trabajo, el ejercicio de la empatía, es un elemento social muy importante, considerando que actualmente, cada vez más existen equipos conformados por personas de diferentes generaciones, entornos sociales y mentalidades, lo que significa que el o la líder debe conocer las necesidades de las y los integrantes, tener un mayor entendimiento de su formación y una mejor comprensión de las dinámicas laborales para una óptima integración y coordinación, que permita aprovechar todas las fortalezas del equipo.
Finalmente, tal y como lo señala el escritor y economista Álex Rovira Celma, “el liderazgo integral está basado en los valores que ponen en el centro a las personas y su bienestar, y trabaja por tener una cultura real, que sea transmitida de manera horizontal, para asegurar un ambiente dentro y fuera de la organización que promueva la confianza, el sentido de pertenencia, la fidelidad y sobre todo la claridad”.